Es evidente que los seres humanos envejecemos a diferente velocidad, quedando claro que en la mayoría de nosotros la edad cronológica no coincide con la edad biológica, por ello los científicos le dan cada día más importancia a la manera de poder calcular esta última edad de la forma más exacta posible.
Una de las formas más prometedoras de evaluar nuestra edad biológica es estudiando el material genético, en particular los telómeros.
Los cromosomas están formados por cadenas de ADN y en el extremo de estas, a modo de funda o tapa protectora, se encuentran los telómeros. Si las cadenas de ADN fueran cordones de zapatos, los telómeros serían las fundas de plástico que hay en los extremos para que los cordones nos se deshilachen.
A lo largo de nuestra vida, la mayoría de nuestras células se van reproduciendo, teniendo que replicar sus cadenas de ADN. Los telómeros protegen estas cadenas, pero cada vez que se replican estos protectores se van acortando, hasta que llega un momento en que son incapaces de cumplir su función, lo que provoca que la cadena de ADN se deshaga y la célula ya no pueda reproducirse más.
Tener un alto porcentaje de telómeros cortos no solo es un signo de envejecimiento, si no que también se asocia a determinados cánceres, enfermedades cardiovasculares y otras patologías.
La mitad de la capacidad que tiene un telómero para resistir a su acortamiento, se hereda. La otra mitad está influenciada por factores externos como el estilo de vida (tipo de alimentación, actividad física, obesidad, habito de fumar,..) y por factores ambientales (exposición a toxinas y contaminantes).
Desde que en el año 2009 se concedió el premio Nobel de Medicina a tres investigadores por sus estudios sobre los telómeros, diferentes investigaciones han conseguido determinar algunos factores que afectan al acortamiento de los telómeros y que quizás te puedan interesar:
- Las personas que realizan ejercicio físico con regularidad tienden a tener menos acortamiento en sus telómeros que las personas sedentarias. Concretamente un ejercicio vigoroso, como trotar 30 minutos la mayoría de los días de la semana, alarga los telómeros de forma sustancial.
- Las personas que comen muchos vegetales tienden a tener más alargados los telómeros, esto se relaciona a la ingesta de algunas vitaminas y sales minerales que favorecen este proceso.
- Las personas que pasan la mayor parte del tiempo delante del televisor o de la pantalla del ordenador también sufren un mayor acortamiento en su telómeros.
- Existen asociaciones entre el estrés psicológico, la adversidad infantil, la depresión a largo plazo y el acortamiento de los telómeros.
En resumen: todavía quedan muchas preguntas por responder en este interesante campo que afecta a nuestra velocidad de envejecer, pero las respuestas obtenidas hasta ahora nos dicen que realizar ejercicio físico regularmente, una alimentación saludable, la reducción del estrés y a la exposición de tóxicos y contaminantes, parecen enlentecer nuestro envejecimiento.