Durante la primavera las alergias son causadas por el polen, mientras que durante el otoño gran número de estas alergias son motivadas por el moho, que se produce en ambientes húmedos, desde el polen o las hojas húmedas del suelo.
La Academia Americana de Inmunología da una serie de recomendaciones para prepararse antes de que los principales síntomas de este padecimiento alcance su punto máximo:
1) Debemos comenzar a tomar la medicación para la alergia, que nos haya prescrito nuestro médico, al menos dos semanas antes de que las previsiones indiquen que vamos a alcanzar los niveles máximos de polen en el ambiente y no debemos dejar de tomarla hasta las dos semanas posteriores en las que estos niveles de polen vuelvan a cifras normales.
2) Controlar la humedad es clave, pues es esas circunstancias cuando el moho que se produce gracias al polen ve más favorecido su crecimiento. Mantendremos la humedad por debajo del 60% mediante el uso de ventiladores de baño. En el coche y en casa podemos utilizar el aire acondicionado con las ventanas cerradas. El agua estancada es otro lugar que favorece el crecimiento del moho.
3) Si vamos a realizar tareas de jardinería o agrícolas, debemos protegernos con gafas, mascarilla y guantes que no sean de latex. Si tenemos jardín en nuestra casa, procuraremos que el césped sea lo más corto posible durante el otoño. Cuando hayamos estado en contacto con la naturaleza es mejor dejar los zapatos fuera de casa, para así no esparcir los alérgenos dentro de ella.
4) Es también importante estar pendiente de los niveles de polen diarios, que suelen indicar la información meteorológica, pues varían tanto a lo largo de un mismo día (suelen ser más altos por la mañana), como en los diferentes días del otoño. Los días ventosos y cálidos son los peores para las alergias, a diferencia de los días de lluvia que por lo general tienden a descender los niveles de polen.