Se calcula que alrededor de 40.000 personas sufren cada año una inflamación en el conducto auditivo externo asociada a los baños en playas y piscinas. Se trata de un proceso generalmente leve pero con un dolor intenso.
El mayor grado de humedad al que sometemos a nuestros oídos con los baños veraniegos favorece el crecimiento de bacterias y hongos, principalmente Pseudomonas y Estafilococos.
Los niños de entre 6 y 12 años son los principales afectados por esta patología que tiene como principales síntomas un dolor intenso en el oído afectado y una cierta pérdida de audición o sensación de taponamiento.
Salvo en algunos grupos de población, esta enfermedad es de carácter leve y suele resolverse de forma rápida con tratamiento tópico (gotas óticas) de antibióticos y antiinflamatorios.
Pero antes de llegar a esta situación, podemos tomar una serie de medidas preventivas:
- Las personas con mayor predisposición a padecer esta enfermedad deben usar tapones para los oídos., teniendo en cuenta que deben adaptarse correctamente al tamaño de su conducto auditivo externo, ya que si esto no se cumple conseguiremos que entre el agua dentro del oído pero no salga, aumentando el riesgo de que se desencadene una otitis externa.
- Después del baño debemos secarnos los oídos con una toalla, inclinando la cabeza a ambos lados, facilitando la salida de agua. Si todavía notamos la presencia de agua dentro del oído podemos estirar ligeramente el lóbulo de la oreja hacia arriba y atrás.
- No introducir objetos dentro del oído, especialmente bastoncillos, pues lo único que conseguimos es irritar todavía más la mucosa del conducto auditivo externo favoreciendo la propagación de microorganismos.
- En los niños que sufre de forma repetida otitis externas puede ser aconsejable el uso de gotas óticas astringentes (ácido acético diluido).