Las personas que padecen determinadas enfermedades intestinales con un componente inflamatorio, como el colon irritable, colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn, con frecuencia informan que sus síntomas empeoran después ingerir determinados alimentos, por lo que existen múltiples dietas que restringen estos alimentos, destacando entre estos planes alimenticios la denominada dieta FODMAP por su alta efectividad a la hora de mejorar los síntomas.
Esta dieta se desarrolló en la Universidad de Monash (Australia) hace más de una década, utilizándose cada vez más en los entornos clínicos, sobretodo en los Estados Unidos.
El acrónimo FODMAP responde a las palabras Fermentables, Oligosacáridos, Disacáridos, Monosacáridos y Polioles. Todos ellos son hidratos de carbono de cadena corta, altamente fermentables y poco absorbido por la mucosa intestinal.
La dieta consiste en restringir estos principios inmediatos que sorprendentemente se encuentran en multitud de alimentos, como lácteos, trigo, centeno, cebollas, albaricoques, peras, espárragos, manzanas, sandía, champiñones, coles, coliflor, legumbres (como alubias), miel, anacardo y alcoholes con azúcar como sorbitol y manitol.
La restricción de FODMAP y carbohidratos en general puede alterar el microbiota intestinal y conducir a una menor acumulación de gases y líquidos en los intestinos, lo que reduce la hinchazón y el dolor en el colon irritable. Diferentes estudios concluyen que entre 50 al 80% de personas que padecen colon irritable tienen una buena respuesta a este plan alimenticio, mejorando sustancialmente su calidad de vida.
La mayoría de los estudios FODMAP han sido pequeños y de corta duración, y existe la preocupación de que esta dieta de eliminación sea arriesgada a largo plazo, ya que restringe muchos alimentos saludables y podría conducir a deficiencias de nutrientes o a otras consecuencias involuntarias, incluyendo posibles efectos adversos en la flora intestinal.
Lo más recomendable es realizar este plan dietético bajo la supervisión de un dietista-nutricionista, quien sustituirá los alimentos restringidos por otros que aporten de forma similar los nutrientes que nuestro organismo necesita. Tras 3-4 semanas se deben observar una mejoría en los síntomas de la enfermedad intestinal, tras lo cual se reintroducirán los alimentos suprimidos en la primera fase por grupos, para así identificar cuales son los factores desencadenantes. A partir de ese momento se elabora una dieta definitiva que incluirá los alimentos FODMAP que son bien tolerados.
Existe una aplicación desarrollada en la Universidad de Monash y actualizada periódicamente que incluye una gran base de datos de alimentos clasificados por su contenido FODMAP. Otro buen recurso es la web FODMAPeveryday.com, que proporciona recetas de bajo FODMAP certificadas por Monash, junto con otros consejos útiles.