Diferentes estudios han evidenciado que escuchar música cuando practicamos algún deporte, tanto aeróbico como anaeróbico, tiene una serie de consecuencias sobre nuestro organismo no solo a nivel físico y motor sino también psicológico mejorando el rendimiento general.
Las modificaciones fisiológicas que nuestro organismo experimenta cuando escuchamos música, las podemos dividir en diferentes niveles:
1.- Cardiovascular: la música rápida activa nuestro sistema nervioso vegetativo generando la liberación de catecolaminas (norepinefrina) por parte de nuestras glándulas suprarrenales, produciéndose un aumento en la capacidad de contraerse del corazón, incrementado así la cantidad de sangre que sale de este órgano en cada latido (volumen sistólico), la presión arterial y la frecuencia cardiaca tambien se verá, aumentadas.
Sin embargo al escuchar música lenta, esta secrección de norepinefrina se ve disminuida.
2.- Cerebral y hormonal: durante la práctica deportiva aumenta la secreccion de cortisol en niestro cuerpoprovocando entre otras cosas un aumento de la secrección de saliva, pero si se usa musica de relajación, tras 5 minutos de ejercicio la cantidad de saliva es sustancialmente menor, esto es importante porque permite una reducción del pH a nivel de la boca, disminuyen asi la degradación de proteínas musculares, evitandose de esta forma la atrofia muscular.
Mientras escuchamos música entre 0,5-4 Hz. el cerebro produce un tipo de onda denominada "Delta" que tiene una serie de efectos como: disminuir la percepción del esfuerzo que se esta realizando, aumento de la liberación de la hormona del crecimiento (GH) que favorece la reparación muscular. Una vez que finalizamos la actividad física y dejamos de escuchar esta música, nuestro cerebro sigue produciendo ondas delta durante aproximadamente 15 minutos.
Un interesante estudio que intento discriminar que tempo musical era más favorable para realizar una actividad física, llegó a la conclusión de la capacidad que tenemos las personas para sincronizar nuestros movimientos al tempo musical, haciendo que independientemente del tipo de música que escuchemos la tendencia es aumentar nuestra eficiencia, disminución del consumo de oxigeno y por tanto del tiempo de fatiga.
La evidencia científica ha podido demostrar que cuando realizamos ejercicios anaeróbicos escuchando música se produce un aumento del pico de potencia y un retraso en la percepción de la fatiga. Mientras que cuando realizamos ejercicios aeróbicos en las mismas circunstancias, existe una disminución de las concentraciones de lactato, de la sensación de estrés e incluso del tiempo en completar una distancia.