La capacidad que tenemos de localizar y reconocer con nuestros ojos imágenes que están en diferentes áreas del campo visual alrededor del objeto sobre el que estamos prestando atención, es lo llamamos visión periférica y es una herramienta de enorme importancia en terrenos como el educativo, deportivo, laboral e incluso en nuestras tareas más cotidianas.
La retina, esta dotada de células muy sensibles a la luz denominadas fotorreceptores, que son capaces de transformar esta energía lumínica en impulsos nerviosos que transmiten al cerebro. Existen dos tipos de fotoreceptores:
- Conos: proporcionan al cerebro información sobre el color de los objetos cuando el grado de iluminación es alto (visión fotópica). Como cada cono esta conectado directamente con el cerebro, aportan también información espacial de lo que estamos observando.
- Bastones: funcionan cuando las condiciones de iluminación son bajas (visión escotópica) y no son capaces de distinguir colores. Su función más característica es la detectar el movimiento.
La zona central de nuestra retina presenta abundantes conos y poca cantidad de bastones, por lo que se convierte en la zona de máxima agudeza visual y gran capacidad para percibir los colores. Es lo que se denomina visión central.
Pero según nos vamos desplazando a la zona menos central de la retina, esto cambia rápidamente, disminuyendo el numero de conos y aumentando el de bastones, por lo que la visión periférica de la retina aporta una mayor información sobre los objetos que se están moviendo para bien desecharlos o fijar la visión central en dependencia del interés del mismo. La visión periférica nos permite alcanzar hasta casi 180º de ángulo de visión.
Cuando deseamos entrenar nuestra visión periférica es importante saber que debe existir una coordinación con el desarrollo de la visión central, para así poder captar información tanto del objeto central que estamos observando como de forma simultanea lo que está sucediendo a su alrededor, sin necesidad de ningún movimiento ocular y menos de movimientos de la cabeza.
En este terreno es importante conocer que los movimientos sacádicos son la capacidad que tenemos de realizar rapidísimos movimientos con nuestros ojos (milisegundos) para desplazar nuestra zona de visión central a un objeto que acaba de ser percibido por nuestra visión periférica y que el cerebro ha considerado de importancia.
Existen multitud de estudios que demuestran que los jugadores de diferentes deportes como baloncesto, balonmano, fútbol, tenis, ajedrez, atletismo, patinaje,.. no solo presentan una mayor amplitud de su campo visual periférico que las personas que no practican ningún deporte, además su capacidad para poder percibir varios objetos y acciones al mismo tiempo, variando esta capacidad en función de la fatiga física y metal, así como de los niveles de estrés.
Antes de diseñar o realizar un entrenamiento visual deberemos someternos a un correcto examen optométrico que nos permita conocer en caso de tenerlas las posibles carencias o problemas visuales que nos impidan alcanzar los objetivos deseados.
Este proceso de entrenamiento visual lo podemos dividir en 3 etapas fundamentales:
1.- Entrenamiento visual general: para conseguir un máximo rendimiento de la visión global.
2.- Entrenamiento visual específico: se suelen realizar los ejercicios en la consulta del optometrista y esta encaminado al desarrollo visual según los objetivos más específicos que queramos conseguir, como prácticas deportivas, aumentar la velocidad de lectura, etc..
3.- Entrenamiento visual integrado: en esta fase se introducen los elementos que pueden disminuir la capacidad visual periférica, como la fatiga, estrés, distracciones o aspectos técnicos en caso de deportistas. Esta fase de entrenamiento se realiza en el ambiente donde deseamos alcanzar la máxima visión periférica, que en el caso de practicantes de actividades deportivas, será el terreno o campo.