Añadiendo una determinada cantidad de minerales alcalinos, como calcio, potasio, sodio o magnesio al agua que habitualmente bebemos, conseguimos aumentar su pH, convirtiéndola en la denominada agua alcalina, un alimento con importantes beneficios sobre tu salud.
Su principal propiedad es la capacidad antioxidante, ayudando a la eliminación de radicales libres y aumentando la fabricación de oxigeno en el organismo, mejorando así el metabolismo celular y mostrando su beneficioso efecto en problemas como la osteoporosis, envejecimiento prematuro de la piel o problemas de retención de líquidos.
Además, numerosas enfermedades en nuestro cuerpo se manifiestan por su tendencia a la acidosis (pH menor de 7,35), que el propio organismo intenta neutralizar gracias a los pulmones y riñones, que compensan dicha acidosis con alcalosis respiratorias y metabólicas; el agua alcalina ayuda a estos sistemas amortiguadores de la acidosis, interviniendo de forma favorable en la resolución y en ocasiones la prevención de estas patologías.
Para la fabricación en nuestro hogar de agua alcalina existen diferentes métodos, todos ellos consistentes en ionizar el agua que convencionalmente bebemos hasta alcanzar un pH de entre 8,5 a 9,5, abarcando desde el más tradicional de hervir durante 5 minutos el agua o el de añadir una cucharadita de bicarbonato, debiendo comprobar posteriormente con una tira reactiva el nivel de pH alcanzado.
Quizás la forma más práctica y cómoda para conseguir agua alcalina de forma casera pero al mismo tiempo asegurándonos de obtener un nivel de pH eficaz para nuestra salud sea el de las jarras que ya contienen los minerales para alcalinizar el agua, indicándonos cuando debemos reemplazar los filtros, con el objetivo de que no pierdan su eficacia.