Durante el embarazo y dentro del conjunto de cambios que se producen, puede también existir un aumento excesivo de los niveles de glucosa en sangre. Esta situación propia de mujeres embarazadas, se denomina diabetes gestacional y debe ser detectada, controlada y tratada lo antes posible para minimizar los riesgos para la madre y el feto.
El riesgo de padecer diabetes durante el embarazo se asocia a una serie de factores que aumentan la probabilidad de padecerla, como son:
- Quedarse embarazada con una edad mayor a los 25 años.
- Pertenecer a determinados grupos étnicos como: hispanoamericanos, afroamericano y los nacidos en el sudeste asiático y en las islas del Pacífico.
- Si existen antecedentes familiares de diabetes.
- Se tienen antecedentes personales de haber padecido intolerancia a la glucosa.
- Tener excesivo liquido amniótico durante el embarazo o haber sufrido algún aborto espontaneo anteriormente.
A las mujeres que tienen 1 o varios factores de riesgo, se les suele indicar la prueba para controlar el nivel de glucosa en sangre lo antes posible, con un segundo control a las 24-28 semanas de embarazo, que es la misma época en que se realiza el control de glucosa al resto de embarazadas sin factores de riesgo.
Si la prueba da como resultado un alto nivel de glucosa en sangre, generalmente se indica la realización de un test de tolerancia a la glucosa, para determinar con que velocidad su cuerpo puede ir metabolizando esta sustancia.
La diabetes gestacional tiene tratamiento, siendo este más eficaz si el diagnostico se realiza de forma temprana, evitándose así complicaciones en la madre y feto. Tras el parto los niveles de glucosa en la madre suelen volver a sus niveles normales.
Durante el tratamiento, es muy importante el control rutinario de los niveles de glucosa, por lo que generalmente se indica a la madre como realizarlo en su propio domicilio con un monitor de glucosa, que indicara los resultados con una simple gota de sangre obtenida de un pequeño pinchazo en el dedo.
Junto a este control fácil y rutinario, la realización de ejercicio físico y una correcta alimentación, son la base del tratamiento de la mayoría de mujeres embarazadas con este problema. Un pequeño grupo necesitara de la toma de medicamentos hipoglucemiantes orales o de insulina.