En el campo de la belleza y cuidado personal, los tratamientos de alta frecuencia, debido a sus múltiples efectos consiguen eficaces resultados, pudiéndolos utilizar tanto en clínicas especializadas como en nuestro propio hogar.
Este tipo de tratamientos se basan en la aplicación de un electrodo de cristal lleno de gas que mediante una determinada corriente eléctrica es capaz de generar calor. Como resultado, el principal efecto que se consigue es la activación de la microcirculación sanguínea de nuestra piel, favoreciendo entre otras cosas la oxigenación y regeneración de este tejido.
Junto a este efecto vasodilatador que activa la circulación sanguínea, la alta frecuencia produce otros efectos beneficiosos para nuestra piel, como poseer capacidad para destruir determinadas bacterias (bactericida), teniendo además capacidad antiinflamatoria.
Estos efectos tonificadores para la piel se pueden conseguir, bien acudiendo a una clínica especializada, donde de la mano de un profesional se realizan sesiones de 5 a 15 minutos, teniendo durante los 2 primeros meses una frecuencia semanal de 3-4 sesiones, para posteriormente reducirlas a 2 sesiones semanales.
Gracias a los avances en tecnología médica existen también en el mercado aparatos de alta frecuencia para uso doméstico, que con uso continuado y gracias a que los tratamientos de alta frecuencia tienen un efecto acumulativo se puede conseguir tonificar y rejuvenecer determinadas zonas de nuestra piel. Tienen el inconveniente de que las sesiones no están realizadas por un profesional de la estética pero las ventajas que da realizar las sesiones en nuestra casa, además de las económicas.
Como cualquier otra terapia, el uso de la alta frecuencia tiene una serie de contraindicaciones que limitan su aplicación, de esta manera no se aconseja cuando:
- Exista algún tipo de lesión, tanto benigna como maligna, en la zona de la piel donde se desea aplicar, sobretodo si estas lesiones tienen riesgo de sangrado.
- En problemas o alteraciones que afecten al sistema circulatorio como flebitis o trombosis.
- No se recomienda su uso durante el embarazo, sobretodo en la zona del abdomen o pelvis.
- En caso de ser portador de una prótesis u otro objeto metálico.
- En personas con problemas en la coagulación sanguínea o que estén con tratamiento anticoagulante.