Dentro de la variedad de tratamientos usados para el acné, los peelings químicos superficiales constituyen uno de ellos, para los mismos se usan múltiples sustancias, destacando el ácido glicólico por la efectividad demostrada en diferentes estudios.
El acné es una enfermedad inflamatoria
de la unidad formada por el folículo piloso y la glándula sebacea que lo acompaña, destacando como lesión de este proceso el comedón o espinilla.. En su origen intervienen múltiples
factores: predisposición genética, trastornos hormonales, disturbios en la
producción de sebo, entre otros. Las lesiones se localizan fundamentalmente en la cara y su aparición ocurre,
por regla general en la adolescencia, de ahí las grandes implicaciones
estéticas y psicosociales de esta dermatosis.
Dentro de la variedad de tratamientos usados para el acné, los peelings
químicos superficiales constituyen uno de ellos, para los mismos se usan
múltiples sustancias; tales como el ácido salicílico, el tricloroacético, láctico,
cítrico y el glicólico, este último perteneciente al grupo de los
alfahidroxiácidos.
En el caso del ácido glicólico, su efectividad para eliminar la capa superior de la epidermis denominada acción queratolítica junto a su poder antiséptico que facilita la eliminación de infecciones, lo hace el más indicado para la eliminación de las cicatrices residuales que deja el acné y el tratamiento de acné con comedones o espinillas cerradas.
Como suele suceder en muchos productos cosméticos, lo podemos encontrar combinado con otros productos, en el caso del acné o simplemente de la piel grasa, lo ideal es combinarlo con ácido salicílico.
Como precauciones, ante su uso como exfoliante en el tratamiento del acné, hay que advertir su elevado pH ácido, lo que puede provocar irritaciones en las pieles más sensibles, así como una mayor sensibilidad a la luz solar, por la que en caso de haberlo usado en días anteriores deberemos aplicarnos un protector solar si vamos a estar expuestos a los rayos ultravioletas.