Los antibióticos son unos medicamentos que nos permiten luchar contra las infecciones producidas por bacterias, hongos y algunos parasitos, pero no sirven contra las infecciones por virus.
Además su uso inadecuado pueden causar más perjuicios que beneficios a nuestra salud.
Cuando estos fármacos se utilizan con más frecuencia de lo deseado o simplemente no se usan adecuadamente, aparece la denominada resistencia bacteriana, consistente en que determinadas bacterias ya no son vulnerables a la acción de los antibióticos.
Durante la época invernal el numero de determinadas infecciones aumenta de forma considerable y debemos tener en cuenta una serie de circunstancias que nos indicarñan si es conveviente la toma de algún antibiótico o no;
- - Resfriados y la gripe. Los virus causan estas enfermedades. Éstas no se pueden curar con antibióticos.
- - Tos o bronquitis. Casi siempre los virus causan estas. Sin embargo, si usted tiene un problema con sus pulmones o una enfermedad que dura largo tiempo, una bacteria podría en realidad ser la causa. Su médico puede decidir tratar de usar un antibiótico.
- - Dolor de garganta. La mayoría de los dolores de garganta son causados por virus y no necesitan antibióticos. Sin embargo, la faringitis por estreptococo es causada por una bacteria. Su médico puede determinar si usted tiene faringitis por estreptococo y puede recetarle un antibiótico.
- - Infecciones de oído. Existen varios tipos de infecciones de oído- Los antibióticos se usan para algunas, pero no para todas las infecciones de oído.
- - Infecciones de los senos nasales. Los antibióticos se usan con frecuencia para tratar las infecciones de los senos paranasales. Sin embargo, una nariz con mucosidad y un moco amarillo o verde no necesariamente significan que usted necesite un antibiótico.
De forma general, debemos seguir las indicaciones que nos de nuestro médico sobre la prescripción de antibióticos, asegurándonos de tomarlos todo el tiempo que se nos indique, pues corremos el riesgo, en caso de abandonar el tratamiento de forma prematura por encontrarnos mejor, de que algunas bacterias queden en nuestro cuerpo, corriendo el riesgo de que estas se vuelvan resistentes al antibiótico que hemos tomado.