Dentro de las lesiones por sobreuso que pueden padecer los corredores, se encuentra la inflamación de los tejidos alrededor de la tibia durante la carrera, sobrepasando los mecanismos de reparación del organismo.
Esta situación también se denomina periostitis tibial, debido a que se produce la inflamación de la membrana que cubre al hueso (periostio) y le proporciona irrigación, nutrición y sensibilidad. Junto a esto también se ven afectados los músculos y tendones de la zona.
Este cuadro se caracteriza por dolor en la cara anterior de la pierna ya sea en la parte interna o externa.
El síntoma más claro de esta lesión es un dolor que aparece al iniciar la actividad física y que disminuye
después de un corto periodo de calentamiento, pero que vuelve a aparecer y con más intensidad,
cuando se lleva un tiempo corriendo. Este dolor se atenúa progresivamente después de algunos días de reposo y reaparece al
volver el paciente a la actividad deportiva.
Cuando el cuadro se hace más severo, el dolor puede ser
permanente e incluso estando en reposo. Es en este momento en el que hay que consultar al
traumatólogo para descartar alguna lesión más importante como una fractura por estrés de la tibia.
Los factores que pueden provocar una periostitis son:
- Entrenamiento incorrecto. Es decir un aumento brusco en la intensidad o la duración de la
actividad física.
- Correr sobre superficies muy duras o muy irregulares.
- Zapatillas inadecuadas o gastadas.
- Pies hiperpronados tienen mayor riesgo de desarrollar periostitis.
- Asimetría de extremidades inferiores.
Para su tratamiento en etapa aguda se recomienda hielo y reposo. El reposo no necesariamente es suspensión total de las actividades
físicas. Se puede disminuir la carga de entrenamiento, ya sea en distancia o frecuencia. También se
puede cambiar a ciclismo o natación para mantener capacidad aeróbica. Este reposo es variable,
dependiendo de la severidad de los síntomas y puede ir desde 2 a 6 semanas.
El hielo es muy útil y
puede ser aplicado por periodos de 20 minutos después de la actividad física, o varias veces al día.
Antiinflamatorios o paracetamol también son de ayuda.
- Modificar programa de entrenamiento, disminuir intensidad, frecuencia y duración
- Realizar ejercicios de bajo impacto (elíptica, bicicleta, etc.)
- Retorno gradual a la actividad deportiva si no hay dolor
- Realizar elongación y fortalecimiento regular de extremidades inferiores y de tronco (glúteos,
abdominales y cadera)
- Zapatillas adecuadas al tipo de pisada y con absorción de impacto
- Cambiar zapatillas cada 400 a 600 kilómetros.
- Considerar el uso de plantillas en caso necesario.
- Kinesiología y fisioterapia. (ejercicios, tens, etc.)
En resumen, la periostitis es uno de los cuadros por sobreuso más frecuente en corredores. La
prevención es fundamental, en especial con adecuado entrenamiento y zapatillas. Cuando se presenta
es importante disminuir la carga de entrenamiento y cambiarla transitoriamente por actividades de bajo
impacto.
Cuando el dolor se hace constante o en reposo es recomendable consultar a un traumatólogo. Un
diagnóstico adecuado y un tratamiento precoz permitirán una pronta vuelta al entrenamiento.