El nervio óptico es el encargado de transmitir la información visual desde el ojo hasta el cerebro. Diferentes sustancias entre las que se encuentran el alcohol y el tabaco pueden provocar una lesión o pérdida de funcionalidad en este nervio, denominada neuropatía óptica tóxica.
Es una patología poco frecuente, pues se asocia más al tabaco de pipa o de puros (cada vez más en desuso), que de cigarrillos. Por otro lado, el alcoholismo suele asociar un déficit nutricional y vitamínico que contribuye o predispone en mayor medida a una toxicidad sobre el nervio óptico. Por lo tanto, alcohol, tabaco y malnutrición actúan como factores causales de esta neuropatía óptica.
Inicialmente las personas que la padecen notan una sensación de borrosidad central, seguida de una disminución de agudeza visual, que puede seguir una evolución variable. A veces llega a ser muy severa. La pérdida de visión es bilateral, aunque en las fases iniciales puede haber cierta asimétrica y predominar en uno de los dos ojos. Existe, asimismo, una alteración en la percepción de los colores, (discromatopsia).
El oftalmólogo confirmará el diagnóstico con diversas pruebas, entre las que destacan un examen del fondo de ojo, campimetría para el estudio de los campos visuales de cada ojo, test de colores donde se aprecia la alteración en la percepción de los colores sobre todo en el eje rojo-verde y también solicitará una analítica de sangre para comprobar si existen deficits nutricionales o carencias vitamínicas.
El tratamiento consiste en la suspensión inmediata y definitiva del tabaco y alcohol. Con ello, suele producirse una recuperación paulatina y una mejoría lenta de la alteración visual, salvo si la afectación del nervio óptico es muy severa y/o avanzada. Se aconseja una dieta completa y equilibrada con suplementos vitamínicos que incluyan vitamina B12.