Al igual que en el resto de nuestro cuerpo, la acumulación de tensión física y psíquica debida a la rutina diaria, tiene sus consecuencias en el sistema visual.
El funcionamiento de nuestra visión esta basado en delicados músculos y nervios a los que exigimos, casi sin darnos cuenta, un constante y agotador trabajo a lo largo del día, teniendo esto a medio y largo plazo repercusiones negativas en la calidad de nuestra visión.
Si a todo esto añadimos otros factores que afectan a nuestro aparato visual, como la propia edad, determinadas enfermedades (diabetes, hipertensión, alteraciones tiroideas, etc..) o defectos importantes de refracción ( miopía, hipermetropía, astigmatismo), recurrir a algún tipo técnica que libere a nuestra visión de todos estos factores que la perjudican.
Dentro de la práctica del Yoga, existen ejercicios dirigidos específicamente a nuestro sistema visual, es lo que llamamos Yoga Ocular que se basa en tres tipos de ejercicios dirigidos tanto a relajar como a potenciar las funciones visuales:
- Ejercicios de relajación: incluyendo movimientos de cuello y cabeza, teniendo como objetivo la distension de la musculatura visual.
- Ejercicios de tonificación: para aumentar la elasticidad y flexibilidad de esta musculatura.
- Ejercicios de acomodación: trabajando cristalino y musculatura ciliar ( ver artículo acomodación visual ) mediante la observación de objetos a diferentes distancias.
Como en el yoga en general, el control de los movimientos respiratorios mediante la ejecución de los ejercicios es fundamental para obtener resultados más positivos.
Se suele aprender su práctica mediante cursos de algunas semanas para posteriormente poder recurrir a los movimientos aprendidos a lo largo de nuestra rutina diaria, introduciendolos en diferentes momentos del día junto con otros hábitos de descanso e higiene visual.