La prueba de esfuerzo (PE) convencional o ergonométrica se utiliza desde hace mucho tiempo para la valoración de personas con problemas del corazón, pero actualmente ha sido adaptada para el control de la población que practica deporte.
Esta importante introducción de la práctica deportiva en nuestra sociedad durante las últimas décadas, ha hecho necesario adaptar esta valoración de la función cardíaca a estas nuevas circunstancias, por lo que la Sociedad Española de Cardiología (SEC) editó una guía indicando los requisitos que deben reunir estas PE, indicándonos cual es la zona de seguridad en la que debe trabajar nuestro corazón a la hora de practicar un deporte con el objetivo de prevenir alteraciones en su funcionamiento.
Una correcta prueba de esfuerzo debe reunir los siguientes requisitos:
1. Equipamiento y personal: la bicicleta ergométrrica y el tapiz rodante son los elementos a utilizar. Sabiendo que el consumo de oxígeno alcanzado en el tapiz rodante es mayor que en la bicicleta. La frecuencia cardíaca (FC) y la tensión arterial son similares en ambos aparatos.
La sala para la PE debe ser una habitación amplia, bien ventilada y seca, con una temperatura aproximada de 21ºC, pues sabemos que a más de 25ºC los resultados de la prueba pueden verse alterados. Deberá también de disponer de desfribilador y de material médico para una posible resucitación cardiopulmonar.
Un médico será el responsable de la prueba, encargándose tanto de interpretar los resultados del ECG como de estar al tanto de los síntomas físicos que vayan apareciendo en el transcurso de la misma. Un enfermero se encargara de la correcta colocación de los electrodos del ECG y de la toma de la tensión arterial a la persona que se somete a la PE en el transcurso de la misma.
2. Preparación del paciente: el paciente deberá firmar un consentimiento informado antes de realizar la PE, siendo consciente de las posibles complicaciones que pudieran aparecer en el transcurso de la prueba. Se le recomendará no tomar alcohol, café ni tabaco hasta 3 horas antes de la prueba y no realizar actividad física de gran exigencia hasta 12 horas antes.
Es recomendable acudir a la prueba con ropa amplia y cómoda, sin olvidar la importancia de un calzado deportivo adecuado.
3. Realización de la prueba: se realiza primero un ECG en reposo (en una camilla) y posteriormente dará comienzo la actividad física de forma progresiva, controlando los registros del ECG que vayan apareciendo, la tensión arterial y la frecuencia cardíaca. La duración óptima de la prueba es de 6 a 12 minutos (en dependencia de los datos que vayan apareciendo), un periodo mayor puede dificultar, por diversas causas, la valoración final de la PE.
Hay que decir que la PE es un método de valoración de nuestra función cardíaca habitualmente seguro. Según la SEO puede presentarse 1 caso de fallecimiento entre 10.000 pruebas En todo caso para minimizar al máximo estos riesgos debe tenerse en cuenta las contraindicaciones para su realización y los criterios para detener la prueba.
4. Protocolos de esfuerzo: El protocolo más utilizado es el de Bruce, pero se debe elegir el más adecuado para cada persona de acuerdo con el objetivo de la prueba.
Antes de su realización se practica una pequeña sesión de calentamiento.
Antes de su realización se practica una pequeña sesión de calentamiento.
Generalmente el esfuerzo progresivo (en rampa) durante intervalos de 1-3 minutos (discontinuos) son los que más información van a aportar sobre consumo de oxígeno, ventilación, FC y otros parámetros.
Las PE no exigen llevar al paciente al esfuerzo máximo y existen métodos (tablas de Borg) para extrapolar datos y obtener la FC y VO2 máxima de la persona sin hacerle llegar al agotamiento.
Con todos los datos obtenidos tendremos en nuestras manos una valiosa información sobre la capacidad de esfuerzo de nuestro corazón y los limites que no debemos sobrepasar.