Durante los viajes se producen una serie de cambios fisiológicos, que en el caso de los adultos mayores (por encima de 65 años) pueden poner en riesgo su salud y bienestar si su cuerpo no es capaz de adaptarse satisfactoriamente.
Debido entre otros factores a los cambios que en las últimas décadas ha experimentado la pirámide de población, con un aumento de la esperanza de vida y una disminución de la tasa de fecundidad, el número de adultos mayores que realizan viajes se ha incrementado de forma muy importante.
Estas personas cuando realizan viajes, al igual que el resto de la población, se ven sometidos a cambios en su entorno como el clima, altitud, alimentación, horarios y otros.
En general, nuestro organismo se adapta a estos cambios fisiológicos, pero desde los 65 años esta capacidad de adaptación puede estar disminuida, tanto en personas sanas como en aquellas con padecimientos crónico o que toman fármacos de manera habitual, lo que puede predisponer a un mayor riesgo en la salud.
En general, nuestro organismo se adapta a estos cambios fisiológicos, pero desde los 65 años esta capacidad de adaptación puede estar disminuida, tanto en personas sanas como en aquellas con padecimientos crónico o que toman fármacos de manera habitual, lo que puede predisponer a un mayor riesgo en la salud.
Es muy recomendable que el adulto mayor realice una consulta con su médico para practicar un chequeo pre-viaje, asegurándose así de que el estado de salud es lo suficientemente bueno como para realizar el desplazamiento.
Los factores de riesgo que en mayor medida pueden impactar de forma negativa en el organismo de los adultos mayores cuando viajan serían:
- La disminución que se produce como consecuencia de la edad en la capacidad de respuesta del corazón y de la ventilación pulmonar en situaciones con dissminucion de oxigeno en el ambiente (hipoxia) o mayor demanda del cuerpo.
- La modificación en la función renal, que tiende a aumentar la eliminación de agua y sodio.
- La peor regulación de la temperatura corporal junto con una disminución de la capacidad de sudoración en estas personas, provocando un retardo en el tiempo de adaptación a los cambios de temperatura y humedad.
- El aumento de las infecciones gastrointestinales durante los viajes, se ve agravado por la disminución de ácido clorhídrico en el estómago de los adultos mayores, así como por una disminución de la capacidad de respuesta de su sistema inmune.
- Puede existir debido a cambios metabólicos, una disminución de la tolerancia a la glucosa.
- La piel, al tener disminuida en cantidad y calidad las fibras de colágeno, es más vulnerable a la exposición al sol y al desarrollo de lesiones actínicas.
- La disminución de la fuerza y tono muscular, debe tenerse en cuenta a la hora de transportar el equipaje, planificar excursiones, desplazamientos en estaciones de tren y aeropuertos entre otras circunstancias.
- La disminución de la agudeza visual y auditiva puede provocar problemas de comunicación durente el viaje, sobre todo si este es internacional.
Cuando los viajes son en avión, hay que tener en cuenta los cambios de presión de aire y humedad, fundamentalmente en personas con enfermedades cronicas, asi como el mayor riesgo de enfermedad tromboembólica si la inmovilización es excesiva.
Teniendo presentes todos estos factores, que evidentemente variaran de una persona a otra, se puede realizar una correcta planificación del viaje, eligiendo un lugar de destino que se adapte mejor a nosotros, consiguiendo que el riesgo de que nuestra salud se vea afectado sea mínimo.