Aproximadamente el 30% del cuerpo de una persona adulta está formado por colágeno. Esta proteína forma el tejido conectivo que se encuentra en numerosas partes de nuestro organismo como piel, cabello, cartílagos, ligamentos, tendones hueso, músculos y órganos vitales.
Existen 19 tipos de colágeno, con diferente complejidad según su estructura molecular, desde el más simple que se haya en la piel, dientes o cornea hasta las formas mas complejas de colágeno que encontramos en los vasos sanguíneos y diferentes glándulas.
La dosis diaria recomendada de esta proteína es de unos 2g. y aunque la podemos incorporar a nuestro cuerpo a través de alimentos como los lácteos, cacao y determinadas sopas e infusiones, es difícil obtenerla de otras fuentes como las carnes y pescados pues al cocinarlos tendemos a desnaturalizar esta proteína.
Asociando al colágeno la ingesta de vitamina C y algunos minerales como el zinc y el magnesio favorecemos su síntesis de en el interior de nuestras células, por lo que asociar estos principios inmediatos a nuestra dieta mejorará nuestro tejido conectivo en cantidad y calidad.
Dicho de otra forma, una alimentación pobre no solo en colágeno sino también en vitamina C y otros minerales impide un correcto funcionamiento de nuestro tejido conjuntivo por lo que aparecerán diferentes manifestaciones como dolor e inflamación articular, aspecto envejecido de nuestra piel, cansancio generalizado, cabello y uñas quebradizos, incorrecta cicatrización de las heridas, aumento de la tensión arterial por perdida de elasticidad de los vasos sanguíneos, entre las más importantes.
Si nuestra alimentación no aporta la dosis recomendada de colágeno o diferentes factores aumentan los requerimientos de esta proteína, como el ejercicio físico, la edad y determinadas enfermedades, podemos recurrir a suplementar la dieta con cápsulas que asocian todos los elementos necesarios para una correcta formación y funcionamiento de nuestro tejido conectivo.