Exposición al plomo en niños.

La Academia Americana de Pediatría (AAP) ha comunicado a través de la revista Pediatrics que existen las suficientes evidencias científicas para poder afirmar que ningún nivel de exposición al plomo es seguro para niños, solicitando una regulación más firme y estricta en esta materia.


Hasta hace poco se consideraba que los niños tenían un "nivel preocupante" de plomo  si presentaban una concentración en sangre igual o mayor de 10 microgramos (mcg) por decilitro (dl) de sangre. Pero ahora las evidencias obtenidas de los últimos estudios sugieren que los problemas comienzan a niveles que son la mitad de esa cantidad.

Según este grupo de pediatras estos niveles pueden provocar problemas mentales, conductuales y escolares en los niños de forma permanente, destacando puntuaciones más bajas de coeficiente intelectual, hiperactividad, agresividad e impulsividad.

Aunque ya no se usa la gasolina sin plomo dentro de la Unión Europea, siguen existiendo otros productos de uso corriente y al que están expuestos los niños, hablamos de determinadas pinturas ( unos 37 millones de hogares en Estados Unidos tienen pinturas con plomo, generalmente construidas antes de los años 60), juguetes con pinturas que contienen plomo, vajillas de cristal, soldaduras, esmaltes cerámicos, artículos de joyería, algunos productos cosméticos y medicamentos tradicionales, junto con lugares donde la tierra y el agua contienen niveles altos de este metal por la contaminación ambiental de  la industria metalúrgica, minería y actividades de reciclaje.

La AAP ha solicitado unos nuevos estándares para regular la exposición al plomo en niños entre los que destaca:

- Eliminar el plomo de las viviendas y guarderías, sobre todo las construidas antes de los años 60.
- Que la concentración de plomo en las fuentes escolares no sean más altas de una parte por cada mil millones.
- Controlar y estudiar el entorno a los niños cuyos niveles de plomo  en sangre sea mayor de 5 mcg/dl.

Para finalizar vamos a recordar que el plomo es una sustancia toxica que se va acumulando en nuestro organismo, fundamentalmente cerebro, higado, riñones, huesos y dientes, siendo los niños de corta edad (1-2 años ) los más vulnerables, causando según la Organización Mundial de la Salud (OMS) 600.000 nuevos casos cada año de niños con discapacidad intelectual en diferente grado.